jueves, 9 de septiembre de 2010

Como un puente sobre aguas turbulentas

 El testamento cultural de la industria musical americana en el siglo XX fue tan heterogéneo, abismal e influyente que casi llegamos a creer que solo se componía música en esa parte del mundo. Es normal teniendo en cuenta que en menos de cien años desfilaron personalidades como Amstrong, Sinatra, Elvis, Hendrix, Joplin, Madonna, Cobain, Jackson; símbolos y centros de atención de movimientos sociales o cenas familiares. También tiene su parte de culpa el hecho de que todo sucediera en el siglo de Mcluhan y su aldea global, cuando el mundo, cual ser humano, pudo comenzar a ver con claridad los dedillos de sus pies y cuanta mierda había en ellos. Si bien es cierto que los mass media estaban al servicio de los más poderosos, la tierra del tío Sam, no hay que infravalorar el hecho de que nunca antes una simple canción popular había repercutido en la vida de tantas personas. Eso en un siglo, que como dijo Serrat, fue difícil, complicao y marrullero; se convirtió en las bases de lo que toca escuchar ahora, con cierto regustillo a estafa en el ambiente. (Que conste que no me olvido de los "Beatleanicos")

 De entre toda esa vorágine de melodías nacidas en desvanes de casitas adosadas en zonas residenciales entre movimientos sociales y movimientos sociales, yo siempre he guardado apego a unos tipos que vivieron los convulsos sesenta y que relataron la realidad entre melodías folk y poemas existencialistas.


 Como el dilema del lector de cómics al tener que escoger entre Superman o BATMAN; muchos amantes de la música han tenido que escoger entre el incombustible Bob Dylan o los fugaces Simon and Garfunkel. Yo siempre me he quedado con los segundos, aunque no me preocupa, simplemente creo que cada cosa tiene su momento en la vida, y a mí el momento Dylan aún no me ha llegado. Quizá termine mis días como un viejo fumeta escuchando Blowin in the Wind a altas horas.


 La historia de como se formó y terminó Simon and Garfunkel, que puede leerse en la wikipedia, muy bien resumida, podría ser el guión de un buen biopic de Hollywood, con sus traiciones y huidas a zonas deshabitadas en busca de la inspiración; aunque no tan salvajes como las de los Rolling. Entre tanto salvajismo y Rock and Roll dominante de los sesenta y los setenta, siempre me han atraído más estos tipos que unían canciones locales, con versos sobre la soledad, la desesperanza y visitas al zoo. Mezclaban curiosamente recuerdos infantiles o trifulcas juveniles con la resignación por Vietnam o la muerte de un amigo. De manera que cuando escuchas sus canciones parece que haces una introspección por los recuerdos de una persona.


 De todas sus canciones podría elegir varias como mis preferidas o las que más sensaciones me transmiten sin embargo es cierto que todas sus composiciones están más o menos a la misma altura. La gente suele recordarlos por Mrs Robinson, la que pone nombre a la película de Dustin Hoffman; o Cecilia, o Bridge Over Troubled Waters o, para mí más inspirada, The Sound of Silence.

 The Sound of Silence la compuso Paul Simon al tiempo en que la sociedad estadounidense vivía deprimida por el asesinato de Kennedy. Esta canción relata muy bien el pesimismo de las calles y el silencio y estado catatónico que produjo el acontecimiento. Dejo la letra.


THE SOUND OF SILENCE

Hello darkness, my old friend,
I've come with talk with you again
Because a vision softly creeping,
left its seeds while I was sleeping
And the vision that was planted in my brain,
still remains
Within the sound of silence

In restless dreams I walked alone,
narrow streets of cobblestone
Neath the halo of a streetlamp,
I turned my collar to the cold and damp
When my eyes were stabbed by the flash of a neon light,
Split the night
And touched the sound of silence

And in the naked light I saw,
ten thousand people, maybe more
People talking without speaking,
people hearing without listening
People writing songs
that voices never shared,
And no one dared
To stir the sound of silence

Fool, said I, you do not know,
Silence, like a cancer,
Grows hear my words and I might teach you,
take my arms then I might reach you
But my words,
Like silent raindrops fell,
And echoed in the wells of silence

And the people bowed and prayed
To the neon god they'd made
And the sign flashed its warning
In the words that it was forming
And the sign said the words of the prophets
Are written on the subway walls
And tenement halls,
And whispered in the sounds of silence

      

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