Carlos Mendoza Soler
Carlos Mendoza Soler, por ir de lo que iba todo el mundo, fue degenerando en su vida hasta ser, cómo no, uno más. Era joven, tenía mujer e hijos. Era por supuesto, uno de los camellos del barrio, metido por cierto en un buen lío, aunque lo que hacía para dar de comer a su familia no es lo relevante, hasta el final de esta historia. También engañaba a su esposa (con un hombre) y tocaba, no con mucha soltura, un instrumento que durante un tiempo creyó que se llamaba “bungaló” y que era en realidad un banjo americano. Era todo lo que se os ocurra que pueda ser. ¿Escritor? ¿por qué no? Esta historia no trata de lo que era sino de lo que pudiera ser.
Así que Carlos Mendoza Soler tenía una afición oculta: escribir. Quizá vestigio de una sana pero infantil aspiración de futuro, le encantaba leer, oír y escribir relatos. Acudía semana sí, semana no, a un local en el que se leían relatos y se ponían en común gustos literarios y se escuchaba en ambiente distendido las creaciones de quienes quisieran participar. Así, en sus pocos ratos libres su imaginación fluía, adquiría vida e inventaba todo tipo de historias.
¿Un camello de barrio acudiendo a charlas literarias? Era una afición oculta y la cuestión en cuestión, desligada en apariencia de la vida de un traficante de medio pelo, no le quitaba el sueño dada su profesión, pero sí le ocupaba la mente durante horas y su exigencia le obligaba a ocultar sus relatos bajo llave, no podría soportar ser juzgado. Sus relatos jamás debían ser leídos. Era en realidad cobardía pero también un alto toque de soberbia egolatría puesto que no valoraba a nadie tanto como para permitir que juzgara sus relatos.
Cuando acudía a aquellas charlas literarias, pseudointelectuales, modernas, siempre se preguntaba qué pensarían aquellos “gafapastas” si supieran a qué se dedicaba en realidad y sentía un cosquilleo que le animaba a mostrar su obra.
El último día que acudió a una de esas sesiones salió definitivamente convencido. Mientras volvía a casa se dijo a si mismo que en la próxima le tocaba su turno y que sin temor leería uno de sus relatos. La elección sería difícil pues había acumulado cientos de ellos pero estaba seguro de que el siguiente era su turno. Es curioso que todos nos preguntemos que nos pasa por la cabeza antes de morir. Carlos Mendoza Soler pensaba en sus relatos. Su profesión, que no afectaba a su intelecto afecto de repente a sus esperanzas. Recibió un tiro en la nuca en un callejón de Madrid. Un amante llora en soledad su amor, una esposa llora en compañía su pobreza y una caja fuerte, tras un cuadro en su dormitorio, aguarda ser abierta para revelar el alma relatada de un artista.
Luis Castilla
Otro día más, nada
Aprieto cada vez más fuerte las manos, no sé porqué no surte efecto, vuelvo a mirar por la ventana, miro al cielo, nada.
Frunzo el ceño con más fuerza, cerrando los ojos, y susurrando al aire, otra vez, lo mismo.
Escucho el viento, mece las hojas del árbol que está junto a mi ventana, aquel árbol que cada noche mira perplejo, él no lo entiende, aún así, sigue observando.
Otro día más, no ha pasado nada, nada.
Junto las palmas de las manos, aprieto aún con más fuerza, vuelvo a cerrar los ojos, y susurro lentamente, escucho el ruido de la lluvia, miro por la ventana, nada. Él sigue observando, no lo entiende.
Otro día más, no ha pasado nada, nada.
Susurro con más fuerza, mis ojos permanecen cerrados, entrelazo mis manos con tal fuerza, que una lágrima se precipita lentamente por mi mejilla, es de furia, es de dolor, es decepción. Miro por la ventana, ahí está el árbol, sigue observando, inquieto, cauteloso, porque él ya lo sabe, yo soy la que no lo entiende, que por más que lo intente, no hay nadie escuchando.
Otro día más no ha pasado nada, nada.
Patricia CH
Sin título #4
Esta es la historia de un norteamericano ejemplar. Nacido en Winsconsin en el año 82, este chaval daría que hablar. Desde pequeño era el mejor de su clase, sacaba las mejores notas del colegio y todo el mundo le admiraba por su simpatía. En el instituto era el más popular, se convirtió en el capitán del equipo de fútbol y empezó a slir con la animadora más guapa. Al graduarse como nº1 de su generación le concedieron una beca para ir a Harvard. Sus padres, locos de alegría, le compraron un Ford y le hicieron una gran fiesta de despedida. Comenzó a estudiar Filosofía y letras. Cuando estalló la guerra de Iraq se alistó voluntariamente para servir con orgullo a su país. Sus seres más queridos le acompañaron al aeropuerto entre lágrimas.
No tardó en integrarse entre los soldados de su compañía. Su habilidad con el rifle le ayudó a escalar puestos y en relativamente poco tiempo pasó de ser soldado raso a Sargento. En Octubre de 2004, dos días antes de volver a casa, murió heroicamente salvando la vida de ocho de sus compañeros. Le concedieron la medalla póstuma al honor en combate. Murió con 22 años, casado, y con toda una vida por delante. Todos los medios informativos estadounidenses se hicieron eco de la noticia. La televisión decía que Tommie tuvo una vida ejemplar. Pues vaya una vida ejemplar de mierda.
José Riqueni
Dos cosas para terminar, la primera es, por favor, que os ajusteis lo que podáis al máximo de palabras, de momento se están publicando los que se pasan en algunas, pero por favor no os excedáis demasiado porque partís con ventaja a los demás. Y recordaros que mandéis la imagen que va a ir junto a vuestro relato.
Con esta ración de micro-relatos se cumplen cuatro ya desde que se empezó, por lo que el que gane pasará a los mejores de este mes, y como son cuatro semanas se cierra un ciclo. La semana que viene se votarán los mejores del mes. Todos los relatos que enviéis a carlos.martin.pazo@gmail.com se publicarán a la semana siguiente, comenzando lo que sería un nuevo mes.
Solo queda felicitar a los que han participado y seguir animando a aquellos que aún no lo han hecho. Un saludo y gracias.
José Riqueni ¡Bravo!
ResponderEliminarPatricia CH tu relato es un poema precioso, me ha encantado. Me reservo el voto para más adelante.
El de carla me ha gustado pero en verda prefiero el de Luís. Me siento to identificado cn la frase: ¿Un camello de barrio acudiendo a charlas literarias? xDDDDD
ResponderEliminarSuerte a los dosssssss
wee me encantan, os da por la temática social ehh
ResponderEliminarla verdad es que es divertido, :) a escribir que la semana q viene tiene q haber muchos más !!
voy a hacer uno de ese rollito :D