lunes, 4 de octubre de 2010

Micro-Relatos Pachangueros (04-Octubre-2010)

  Antes de nada disculpas por el retraso, se acaban las vacaciones y las responsabilidades aumentan. Como la semana pasada se produjo un empate entre dos de los relatos, una persona ajena, a la que le mandamos un saludo enorme, tuvo que desempatar y se decantó por el relato de Keran. Así pues el relato sobre el guitarrista fracasado pasa a los mejores del mes junto con el de José Riqueni de la primera semana.

 Esta semana tan solo nos han mandando un relato y yo he vuelto a participar con un toque más radical después de haber recibido alguna que otra crítica de blandengue, se van a enterar. Ahí van los relatos de esta semana espero que os gusten.


 Sin título #3

  Sergio Manzana es una de las personas más grandes que he conocido en mi vida. Además de por la pedazo cabeza que tiene le llamamos así porque le extirparon un tumor con la forma de dicha fruta. Siempre es un placer salir con él, desprende un buen rollo inigualable. Es la persona más fiestera que puedas echarte en cara, siempre hacía lo que le daba la gana y tenía un corazón enorme.Estaba casado pero como muchos otros llevaba una segunda vida, aún así la quería con toda intensidad. La amaba.

 Sara –su mujer- también era un Sol, difícilmente podías cruzar un par de calles sin que alguien se parara a saludarla efusivamente. Lástima que muriera demasiado pronto. Fue por problemas de hígado, irónicamente ella nunca bebió nada dañino. Aquello destrozó a Sergio por completo, eso no se lo merecía alguien tan bueno. Acudieron 400 personas al entierro, cuando llegué al cementerio no sabía donde meterme. Un silencio sepulcral inundaba el lugar.
                          
 Fue un palo muy gordo también para nosotros. La conocíamos todos los del grupo. Era imposible no tenerle cariño. Cuando salíamos todos Sergio sólo tenía ojos para ella. La semana pasada quedamos los de siempre donde siempre para ver el fútbol. Él volvió a venir al bar después de meses sin aparecer. Le echábamos de menos. Seguía siendo el mismo, no había perdido ni una pizca de su carisma. De repente, tras terminarse la primera cerveza fue el baño. Tras diez minutos en los que no dio señales de vida me decidí a entrar.

 Le encontré tirado en el suelo llorando a lágrima viva. Sentí un dolor tremendo. Le levanté y le empecé a interrogar. Me contó que en su lecho de muerte, Sara le dijo que era un cabrón, un hijo de puta y que jamás le perdonaría haber estado con otra. El peso de la culpa se cernía sobre él, ver esa estampa me hizo polvo. ¿Por qué le pasó a Sergio y no a cualquier otro? Joder. Hostia puta.

 José Riqueni

 
Crack
  
 Pacheco da Sousa fumaba crack desde los siete. Bueno, más bien se terminaba las colillas que el viejo ponía en el cenicero del salón, pero para su edad estaba bien ¿no? Este entrañable hecho dejó en la personalidad del pequeñito brasileiro una entrañable adicción a los estupefacientes que hizo de él toda una celebridad en el barrio. Decenas de dulces ancianas se agolpaban en los bancos del parque para ver al niño hacer cosas increíbles como bailar la lambada hasta salir ardiendo sus zapatos o dar pataditas a dos balonsiños a la vez. Cierto día cogió una motiño, y haciendo malabares la empotró contra un poste eléctrico, eso ya no gustó tanto, todo el barrio se quedó a oscuras esa noche, aunque es curioso que ese día la natalidad subió un pico histórico.

 Con el paso de los años su leyenda fue en un aumento, cosa que tocaba cosa que convertía en oro. En apenas doce años de dependencia el hombretón aprendió a tocar el bungaló, la guitarra, la pianola y cualquier cosa que se le pusiera por delante, sacaba música hasta del bigote de su novia (ya me entiendes). El tío se convirtió en hombre orquesta y sacó multitud de hits, ganó hasta un grammy latino.

 Cuando se venía abajo solo le tenía que dar un poquito al tema y ya volvía de nuevo al puto top five. Pasado un tiempo acabó siendo el padre el que se fumaba las colillas del niño. Fue una pena que el pobrecito solo durase veintisiete años. Su corazón llegó un día y le dijo Pachequito cariño que yo me bajo aquí sigue tú si eso. En todo ese tiempo el jippy había trabajado lo que muchos no hacen en dos vidas, construyó colegios, institutos, universidades, muchos de los cuales llevan su nombre. Se presentó a alcalde, dos veces, las dos las ganó de calle, qué iban a hacer sus competidores con un tío que dormía apenas diez minutos al día. Una vez se presentó a una junta con la cara blanca de todo lo que se había metido, sus compañeros de filas dijeron ¡este Pacheco, que tío más cojonudo!

 Moraleja... metete hasta que te revienten las venas a borbotones que nadie se va a enterar, y si lo hacen seguro que dirán que tenías una personalidad muy compleja. Vivirás una vida rápida, sí, de cojones, pero plena; y con suerte llegas a presidente de tu país, que se lo digan si no al cavalieri ¿verdad?

 Charlie Martin   

1 comentario:

  1. Pacheco da Sousa es mi nuevo ídolo
    Admito mi derrrota antes de que se haya hecho siquiera el primer voto. Lo tusho sonlas letras boludo

    http://open.spotify.com/track/0nL6rK9uzPmjQLamWLiMli

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