-¿Qué es esto?
-Es la despedida.
-Así sin más
-¿Qué esperabas?
-No lo sé. Quizás algo especial, no tan repentino; alguna señal.
-Pues no, es así. Aquí estoy, esto se acaba.
-No era como me imaginaba.
-Nada lo es.
-Entonces por qué tanto.
-¿Tanto qué?
-Tanto... ¿esfuerzo?¿trabajo?¿importancia?... No sé, coño, vienes así de sopetón y lo sueltas sin más.
-Al menos queda el recuerdo.
-Recuerdo, ¡de qué miserias hablas!
-No te alteres. Son las reglas.
-Una mierda las reglas. Sabes qué, paso de tus reglas, paso de tus juegos, paso de las tardes, de las noches. Maldita tu idea de creer que me rendiría tan facilmente. Ahí te quedas porque yo me voy a buscar un remedio para esto.
Suena la campana de la puerta. Y vuelve a sonar después. Todos miran.
-No hay solución.
-Claro que la hay.
-¿Sí?-pregunta riendo- Qué vas a hacer.
-Te voy a olvidar.
-Nadie puede.
-Que nadie lo haya hecho no significa que yo no pueda. Hallaré la manera, cruzaré el tiempo, volveré al principio y acabaré contigo.
-¿Sí? ... Y qué no te hace pensar que ya lo hiciste y fracasaste.
...
-El mundo estaría mejor sin ti.
-El mundo sin mí no existiría.
Se baja el telón, la gente aplaude, los actores se besan. Flores, reverencias, abrazos y música final. La gente abandona sus butacas, todo el mundo se va. Menos un chico que permanece sentado, asombrado e inquieto. Era él, lo había vuelto hacer, y había vuelto a fracasar. Otra vez.
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