El hogar donde transitaban tus besos, donde posabas tus miradas y mis sábanas se retorcían. Ese al que llamarás recuerdo, y yo ya he olvidado. Siempre preferías pasar las tardes en ese sofá negro que ardió con toda la casa. El peine que se te perdía y las gafas rotas. El sujetador azul oscuro casi negro. Los pendientes pisados, la ropa tirada. Las sonrisas, las tardes, las miradas, las películas, las mañanas, las miradas, las noches, las miradas, los besos. Eso era lo último, ya no quedaba nada, todo borrado. Hoy por azar me he encontrado con algo sorprendente, por lo diminuto y por lo fuerte que me ha pegado. Algo que tú ni siquiera pensarías que te pertenece pero yo así lo veo.
He tenido que ir al informático y pedirle por favor que me recupere un archivo borrado. Me ha avisado de que no se debe jugar con estas cosas, que lo borrado, borrado está, que trastear en el tiempo puede provocar un reseteo. Pero yo casi se lo he suplicado y finalmente ha cedido. Me lo ha grabado en un DVD, y cuando he llegado a casa lo he visto mientras cenaba.
Todo transcurría en un restaurante, él era guapo, esbelto, atractivo, poderoso; pero profundamente ingenuo. Ella como siempre llegaba tarde, pero no importaba porque estaba preciosa. Todo esto me lo iba diciendo la voz en off que le había incorporado el técnico para que me fuera más fácil entenderlo. Él espera que le bese, pero ella no lo hace. He de decir que viéndolo me parece muy poco interesante todo lo que ocurre. Él le quita importancia al asunto y le habla de un proyecto que tiene pensado a corto plazo. Ella le habla del trabajo y de lo poco que le gusta, mientras prueba unos canelones que huelen muy bien desde dónde él está. Sus ojos no pueden evitar decirle que quiere probarlos; ella lo entiende, sonríe y pincha unos pocos. Él hace señas de que no lo haga, que los está viendo todo el mundo, pero ella no le hace caso y extiende su brazo para meterle el tenedor en la boca. Se le cae, y se mancha la camisa que llevaba puesta. La escena resulta patética y me pego una buena carcajada. A él no parece hacerle mucha gracia; y acaban discutiendo. El se comporta como un arrogante, eso no lo dice la voz en off pero se ve perfectamente. La escena termina. Me ha dicho el técnico encarecidamente que deje de verlo justo ahí, pero la intriga puede conmigo y le doy un poco hacia delante. Parecen que hacen las paces y acaban echando un polvo en casa.
Creo que el tipo me ha estafado, le he pedido un recuerdo y esto no se le parece para nada. Yo no soy ese, ni visto igual, ni hablo así; además nunca me he caracterizado por mi arrogancia. Y ella no tenía ese color de pelo, ni ese vestido, ni era tan guapa. Creo que mañana voy a ir y le voy a tirar el DVD a la cara. Estoy convencido de que se ha equivocado de cliente.
Pos-data: (Nota mental) Meter la camisa en la lavadora, que ya va siendo hora...
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