miércoles, 23 de febrero de 2011

Modelos narrativos y dramáticos

Que regusto da descubrir que en la universidad se daban clases así, y yo que creía que solo ocurría en las películas, y en Harvard.

Práctica 1:

JOSÉ
Dame el libro, por favor.

RICARDO
(Con sarcasmo)
No puedo, lo he empezado a leer y 
tiene muy buena pinta.

JOSÉ
Tienes que dármelo.

RICARDO
Pero, ¿por qué insistes? Si nunca te he
dado nada. Por qué carajos vienes a estas
horas de la noche a pedirme este maldito
libro.

JOSÉ 
No te voy a dar ningún motivo, solo te pido
que me lo entregues.

RICARDO
(Socarrón)
Mira, ya te voy avisando de que lo más probable
es que no te lo dé, pero quizás, quizás si eres
realmente sincero por una vez en tu vida, y
me das una buena razón, acabe cediendo.

JOSÉ
Es por una mujer.

RICARDO
¿Una mujer? Pero si es un libro.

JOSÉ 
El libro es lo de menos. Mira en la solapa.
Ahí. ¿Lo ves?

RICARDO
 (Leyendo)
Llámame si quieres pasar un 
buen rato. Sonia.

JOSÉ
Esta mañana cuando iba en el autobús,
leía ese libro.

RICARDO
¿El autobús?

JOSÉ
Si... el coche está en el taller. Cuando
iba al trabajo una mujer no me quitaba
el ojo de encima.

RICARDO
¿Estaba buena?

JOSÉ
Ni te imaginas cuanto.

RICARDO
Me estás diciendo que una tía buena 
te estaba mirando a ti. Un momento,
¿llevabas la alianza?

JOSÉ
Claro que si. Siempre la llevo. En fin, mira,
no dejaba de mirarme, y como tenía la
excusa del coche y el jefe es mi suegro, decidí
levantarme e invitarla a un café.

RICARDO
No me lo creo.

JOSÉ
Creeme que me da igual. Nos tomamos el 
café y demostró no solo ser un cuerpo
bonito sino también una mente atractiva.

RICARDO
Y te apuntó el número para volver 
a quedar.

JOSÉ
Exacto

RICARDO
¿Y me puedes explicar como acabé yo
teniendo este libro?

JOSÉ
Verás... De vuelta a casa me sentí mal, 
pero no lo suficiente como para
deshacerme de él. Así que, como pasaba
por tu calle decidí echarlo en tu buzón.

RICARDO
(Con ironía)
El buzón de tu hermano, aquel con el que te
llevas tan bien.

JOSÉ
Estaba nervioso, ¿qué querías que hiciera?
Estaba a punto de serle infiel a mi esposa.

RICARDO
Y te presentas en mi casa, a las tres de la
mañana, empapado con la que está cayendo,
rogándome la llave de la puerta hacia tu 
adulterio. Tú, el perfecto, el guapo, el padre
de familia, el que todo tiene, el hijo soñado.

JOSÉ
No sigas por favor.

RICARDO
Vale. Pues dime que es lo que quieres.
Dímelo y te doy el libro.

JOSÉ
Quiero por una vez en mi vida hacer
lo que deseo.

RICARDO
De acuerdo, aquí tienes. Me voy a dormir.

JOSÉ
Esta conversación nunca ha existido.

RICARDO
No te preocupes, por mí puedes estar otros
dos años más sin hablarme. 

JOSÉ
Adiós.


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